El fin de los Romanov
El gran misterio con el que se llevó a cabo la ejecución de los Romanov envolvió en una ola de desconcierto a la gran mayoría de la población rusa. El impacto que produjo el asesinato de toda la familia traspasó en muy poco tiempo las fronteras del imperio.
Nadie quería creer que no hubiera habido supervivientes.
Sucedió: 17 de julio de 1918
- Casa Ipatiev (Ekaterinburgo).
- Fin de la dinastía Romanov.
- Se manda un comunicado a Moscú.
- La familia imperial ha sido ejecutada.
Las especulaciones que circularon en torno al «no puede ser» comenzaron a propagarse. Originaron un interminable cúmulo de expectación que se fue extendiendo como un reguero de pólvora.
La situación fue aprovechada por individuos de diversas nacionalidades, que empezaron a proclamarse supervivientes de la familia imperial.
Una de las causas que lo provocó fue la presunta fortuna que el zar Nicolás II había depositado en bancos de toda Europa.
Comienza el misterio en torno a Anastasia: Berlín, febrero de 1920
- Una joven señorita es rescatada después de intentar suicidarse en el puente del río Spree.
- No recuerda nada, ni tan siquiera su nombre.
- Es ingresada en una institución mental.
- Su nuevo nombre se lo impusieron las autoridades: La Señorita Desconocida.
Dos años después
La Señorita Desconocida dice haber recordado:
Yo soy la gran duquesa Anastasia, hija del zar de todas las Rusias.
En aquel instante se produjo un revuelo como nunca se había visto hasta entonces. La diferencia la marcó el hecho de que «La Señorita» aportó datos precisos sobre ella misma, es decir, sobre la gran duquesa Anastasia.
Empezó a relatar algunos de los sucesos que tuvieron lugar aquel trágico 17 de julio de 1918.
Fue entonces cuando las alarmas se desataron y aquella historia, que parecía que quería ocultarse a toda costa, se levantó como de la nada traspasando de nuevo las fronteras de la antigua Unión Soviética.
El parecido de Anna Anderson (así se hizo llamar al principio la supuesta Anastasia) con la gran duquesa era tan asombroso que empezó a sembrar la duda de si realmente podría ser quien decía.
Aún asombraron más las cicatrices de su cuerpo, iguales a las de Anastasia y en los mismos sitios que esta las tenía. ¿Coincidencia? ¿Realidad? ¿Exámenes médicos?
La historia se vuelve contra Anastasia
La presunta Anastasia relató cómo aquel día, en la casa Ipatiev, encontrándose moribunda, un soldado rojo se apiadó de ella y la ayudó a salir del país.
Sin embargo, como en toda historia que sale a la luz, se produjo un acontecimiento que jugó totalmente en su contra y que se utilizó para desmentir sus afirmaciones: Anna Anderson se negó a hablar en ruso.
No hablaré en ruso ni ahora ni nunca, esa es la lengua de los asesinos de mi familia.
Esto llevó a los investigadores a dictaminar que Anna Anderson no sabía hablar ruso. Era imposible que fuera la gran duquesa Anastasia, hija del zar de todas las Rusias.
Empieza el espectáculo
Esta última cuestión, la del idioma, no impidió que una legión de admiradores (de Europa y de Norteamérica) le ofrecieran el apoyo necesario para que, en 1938, se decidiera a reclamar legalmente ser reconocida como Anastasia.
Supervivientes de la familia Romanov se opusieron en los tribunales a Anna Anderson. A pesar de que conocía detalles íntimos de la familia, estos eran mas bien inconcretos, y algunos se desfasaban en cuanto a fechas y ubicaciones.
Los abogados de Anderson atribuyeron sus lagunas y sus desfases a su pésimo estado psíquico, de hecho, pasó gran parte de su vida internada en sanatorios mentales.
Y además
- El testimonio de Pierre Gillard, tutor de la zarevich y la persona viva que mejor conoció a Anastasia también jugó en su contra.
- Este no necesitó demasiado tiempo para confirmar y declarar que Anna Anderson era una impostora.
- Se dijo también que el doctor Botkin, hijo del médico de los Romanov, contactó con Anna Anderson, con lo cual pudo haberle suministrado información de todo lo que acontecía en el palacio.
- Los conductos de la calefacción, situados en todas las estancias, se convirtieron en los informantes mas fieles de lo que sucedía. Los espías al que cualquier sirviente podía acudir sin temor a equivocarse.
Demasiadas personas querían aceptar la posibilidad de que aquella historia fuera real, necesitaban creer, saber a ciencia cierta que alguien de la familia Romanov había sobrevivido a la masacre.
Llegando al final
En numerosas ocasiones se entrevistó con parientes vivos de los Romanov. Todos ellos negaron, aunque con algunas contradicciones, que esa mujer fuera la verdadera Anastasia.
Únicamente María Fiodorovna, Princesa Dagmar de Dinamarca y madre de Nicolás II, reconoció antes de su muerte en 1928 a Anna Anderson como a su nieta.
- La lucha ante los tribunales duró 32 años.
- En 1970 fallaron en contra de Anna Anderson, aunque nunca pudo probarse nada en firme.
Anna Anderson, la mas famosa de todas las Anastasias, la mujer que logró convencer al mundo, murió en 1984 a la edad de 83 años a causa de una neumonía. Fue incinerada por deseo propio.
Diez años después, una supuesta prueba perteneciente a Anna Anderson encontrada en un laboratorio dio lugar a una investigación en la que se realizó una prueba de ADN.
Se dictaminó que Anna Anderson era en realidad Franziska Schanzcowsca, una campesina polaca.
Preguntas sin respuesta
- Los Romanov habían sido ejecutados, pero no había cadáveres que lo atestiguasen.
- ¿Porque ordenar la ejecución y después ocultar los cadáveres?
- Nicolás II ya no era zar, había abdicado un año antes.
- Se dijo que únicamente el zar había sido ejecutado.
- Hoy en día todavía no se ha esclarecido quien ordenó las ejecuciones y porque.
- La escena del crimen desapareció.
- El informe sobre la ejecución de los Romanov estuvo oculto hasta 1990.
- Se confirmó que eran los cadáveres de los Romanov.
- Hubo un especial hincapié en los resultados: 99.999999%.
- Celebraron un funeral en honor a los Romanov.
- Yeltsin pidió perdón por las ejecuciones y el caso se cerró.
BONUS
Algunas mujeres que dijeron ser la gran duquesa Anastasia
- Zerga Pinasco (la Anastasia peruana).
En 1963, una señora de 60 años dijo ser la gran duquesa, hija del zar Nicolás II. No vivía en Rusia, tampoco en Estados Unidos. Vivía en Perú. Era una dama limeña de sonrisa apacible y decía ser la princesa Anastasia. Pasó a engrosar una larga lista de aspirantes al nombre, al título y a la presunta fortuna del zar.
El Comercio. Transcripción de noviembre de 1963
Zerga Pinasco ha presentado un escrito al segundo tribunal correccional solicitando que se notifique a la Cancillería a fin de que esta, por intermedio de nuestro cuerpo diplomático, haga saber al mundo que la princesa Anastasia de Rusia está viva y reside en el Perú.
Al mismo tiempo reclama también cuarenta mil millones de rublos que dice pertenecieron a su difunto padre, Nicolás II, depositados en el banco de Inglaterra. Ella manifiesta que vive escondida desde hace algunos años en Lima, huyendo de sus enemigos que todavía la buscan.
- Eugenia Silva, conocida también como Eugenia Drabek Smetisko (1899-1997).
En 1963 escribió un libro sobre la biografía de Anastasia en el que dejó constancia de que la auténtica Anastasia se lo había contado. Le exigieron pasar un detector de mentiras, que no pasó.
Más tarde afirmó que ella era la gran duquesa Anastasia, la única y verdadera. Al volver a hacerle la prueba del detector de mentiras la pasó.